miércoles, 9 de abril de 2008

Nocturno a mi pared


Mis muros ya no hablan conmigo,
ahora que parece que están callados
me doy cuenta que sus palabras viejas llenas de polvo,
esas que me dijeron ayer,
eran las últimas
cuando sus grietas les quebraban la voz
y sus fotografías enmarcadas
envejecen junto con todas las telarañas que le acompañan.
Mis muros se están muriendo.

Usted compañera soledad
sabe que busco una palabra que sea un alivio para mí
hasta en mi zapatos
que ya se olvidaron que alguna vez caminaron
y sobre todo que es por eso que extraño
las palabras agonizantes de mis muros.

Una vez ellos hablaron de una mujer
que ya no se ha venido a aparecer con su efímera imagen,
cuando ella vino, recuerdo,
la invité a tomar el té, un té de tarde
(que rico es tomarse la tarde en una taza de té)
y fue en el último trago cuando anocheció
y decidió quedarse a dormir,
yo no lo sabía,
pero tan engreída era su hermosura
que estoy seguro que si la vuelvo a ver
mis ojos serían poesía.

Ella hablaba de Madrid,
yo le veía los ojos y pensaba en buenos aires
y en un tango que se le parezca a ese par de búhos
que le anochecen la cara,
su cara era una noche con luna de octubre en la boca
y un par de búhos en buenos aires.

Mu gustan las noches de cintura de ella,
me gustaba verla caminar por la casa
cuando iba por un vaso de agua,
yo imaginaba que iba por el mar de la plata
y lo traía en un vaso, acariciándole las olas
con la simple imagen de su silueta espontanea de la noche
su cintura que se le asomaba, a veces,
por el descuido de su blusa,
esa cintura era la felicidad de una momia vieja
que estrena vendas después de un siglo de muerta,
esa mujer era uno punto cuarentaicinco metros de mujer
al alcance de un poema,
tan pequeña que se le puede medir con un verso
tan gigante que mis muros la tuvieron
en todos sus poros de cemento, centímetro a centímetro
de modo que mis muros se mueren con una mujer en la piel
y yo en todos lados a los que volteo
tengo un silencio de mujer en la pared.

viernes, 4 de abril de 2008

Nocturno al otro

A Gustavo Adolfo Ramírez Morales


Yo estaba esperando a la noche y sus cantos noctámbulos,

A sus perros ladrando en los callejones,

Al empedrado cansado de las avenidas,

Al portón de mi casa con todas sus salidas que no ven regresos.

Estaba esperando que se cansara el reloj y sus doce pasos de veinticuatro

Para que pasaras con las plumas de tus alas que me adornan el cielo,

O las citas de Huidobro que haces que me adornan el esqueleto

Yo hoy voy a pasar a adornarte el recuerdo

Como quien es espuma para adornar gota a gota los poros del mar.

Estaba esperando a la noche porque sabía

Que ella y sus cosas tenían algo que contarme,

Y me lo confesó,

Me dijo que algún día has de morirte

Pero que no alerte mis funerales,

Porque tú resucitarás el tercer libro.

Hoy es una noche de esas en que llegan las tres de la mañana

Y ando sin sueño buscando encender las veLetras,

Exigiéndole a la pluma los versos

Porque no quiero tener encerrado en el bolígrafo

Un poema que sea un peso para mí.

Estaba esperando a la noche y sus perros,

Y sus callejones,

Y sus avenidas,

Y la noche,

Porque también tenía que escribirte

Mis últimos versos.

martes, 1 de abril de 2008

Con el corazón hecho un pez.


Tengo el corazón hecho un pez

Que ya no flota ni nada

Solo se ahoga

Sólo una muerte,

Seguramente sólo él sabe como salir de esa muerte

Que le naufraga del corazón a las escamas.

Tus pasos plantaban semillas de nostalgia

En cada camino por el que regresabas,

Tus manos se levantaban en el viento

Como queriendo plantar caricias en el aire,

Y tu coño es esa agonía tuya y mía

De estar vacíos y solos y llenos

Y todo eso que aparenta una cama después

De una pelea de roces de poros entre uno y otro.

Quiero aclarar que voy a vivir como todos los muertos.

De izquierda a izquierda,

Y del cielo a la tierra,

Y así, de ese modo

Habría de encontrarme con todo,

Menos con lo que aún no está perdido.

Mi querido pez:

Salgamos juntos de este naufragio,

Asegurémosle a las gaviotas en el cielo también se puede nadar.

Dejemos de ahogarnos,

Vamos por aire al viento,

Por amor a lo etéreo,

Por cielo al cielo.